
Al hilo de las noticias que han aparecido en diversos medios de comunicación que hacen referencia a un brote de sarna humana entre empleados de un hospital de Reus (Tarragona), nos gustaría apuntar desde este blog algunos comentarios al respecto de esta enfermedad contagiosa producida por pequeños ácaros, ya que han sido muchas las consultas que nos han hecho a lo largo de los años para que “tratemos” este problema.
Antes de entrar en disquisiciones más profundas creemos necesario hacer unos apuntes biológicos sobre los causantes de la sarna humana, que es relativamente frecuente si confluyen determinadas circunstancias.
La sarna humana está producida por unos ácaros microscópicos de la especie Sarcoptes scabiei (de ahí que a la enfermedad también se la conozca con el nombre de escabiosis). Estos ácaros afectan a la capa más externa de la piel provocando irritación, erupciones y prurito intenso. Es en esta capa más superficial de la piel donde realizan túneles para la puesta de huevos y así completar su ciclo biológico.
La sarna humana se transmite de persona a persona por contacto íntimo, no siendo una enfermedad grave pero sí muy molesta. Las relaciones sexuales y el contacto entre personas en lugares muy concurridos (prisiones, asilos, colegios, etc), son las formas más frecuentes de contagio, pero también puede aparecer la escabiasis por compartir sábanas, toallas y ropa en general. Es importante señalar que es muy improbable que los animales (mascotas) transmitan la enfermedad a las personas ya que la sarna que padecen es de otro tipo.
La enfermedad se manifiesta en distintas partes del cuerpo, pero es más frecuente en aquellas partes donde existen pliegues de la piel, como por ejemplo entre los dedos, en los genitales, axilas, etc.
El tratamiento de las personas afectadas, puramente médico, se basa en la aplicación tópica u oral de medicamentos específicos. No suele ser muy prolongado y generalmente es exitoso. Debe plantearse no sólo para la persona en la que se ha detectado sino también en aquellas otras de su entorno más próximo. Además, la ropa (interior, toallas, sábanas, etc) debe lavarse a alta temperatura pues puede haber ácaros en ella (que en contacto nuevamente con la piel podrían re-iniciar su ciclo).
Una vez pasado revista a la etiología de la enfermedad, a las formas de transmisión y al tratamiento que se le debe dar, queda claro que se trata de un problema exclusivamente médico y que por ello debe ser afrontado por los profesionales de la medicina.
Nosotros, como empresa dedicada al Control de Plagas, y aunque tengamos entre nuestras actividades las de combatir a determinados especies de ácaros, no podemos intervenir en modo alguno, pues nos “extralimitáriamos” en nuestras funciones en el campo de la salud pública.
Lo que sí podemos hacer (y hemos hecho a los largo de los años al recibir esas llamadas a las que más arriba nos referíamos) es informar, asesorar y aconsejar a las personas que acuden a nosotros que efectivamente la sarna es un proceso en el que intervienen “bichos”, pero que al estar íntimamente ligados a las personas, su tratamiento corresponde a los profesionales sanitarios y no a nosotros.
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